martes, 31 de mayo de 2011

Dear Mr. Big

Bien aprendimos los mujeres gracias a Carrie Bradshaw, que existe una posibilidad en la vida de que haya un hombre (mayor) que se dedica a hacer apariciones estelares y devastadoras en nuestras vidas. Nunca pensé que yo tuviera ese alguien a mi alrededor, siempre doy por terminadas las cosas. No soy muy de segundas partes. Pero ya se sabe, nunca digas nunca.

Así es, decidí revivir mi primer amor de pipiola sin pensar mucho en lo terrible que fue la primera vez. Pensé que se habían dado una serie de catastróficas desdichas, que todo sería diferente, que yo ahora analizaba las cosas de otra manera. Y que él también.
Bueno si, diferente, pero en la misma línea.

Os cuento la primera parte de la historia:

Era yo por aquél entonces una santurrona y adorable niña de 17 años (si, alguna vez esta ha sido la descripción de mi misma) comenzando a descubrir los encantos de la noche. Entre estos encantos descubrí el ligoteo (si, os lo digo enserio era muy santurrona, y virgen!) Bueno creo que sería más oportuno decir que el ligoteo me descubrió a mi.
Sin más de pronto había un chico 6 años mayor que yo interesado en mi. Increíble.

Fue una catástrofe. Sin precedentes. El tenía novia, nos acostamos durante un periodo intermitente de tiempo que duró un año aproximadamente hasta que por motivos casi místicos su novia nos descubrió. Esto fue un shock para mi. De esto hace ya 5 años y la pobre diabla sigue mirándome con odio cuando nos encontramos por la ciudad.

Entenderéis que yo pensara que nada como esto podría volver a pasar cuando hace unos meses volvimos a las andadas estando el soltero. Bueno, esta segunda tanda de revolcones me ha echo darme cuenta que a veces las circunstancias no importan. Hay gente que lleva el escándalo, los chanchullos y las malas lenguas allí a donde va.

Quiero aclarar que a mi este chico no me parece mala persona. Digamos que hay algo sobre él que hace que yo no pueda pensar eso. Pero hay hombres que simplemente no pueden dejarse los pantalones puestos.

Bueno, resumamos. Nos acostamos. Yo sé de sobra que está con otras. Me lo confirman. Aparentemente estas otras no son ni dos ni tres, sino unas cuantas que llevan a sus personas más cercanas comentar en público cuan desfasado está el muchacho y cuantos paseitos de la victoria han tenido que gozarse (uno de ellos, el mío, sin duda).
Después de muchas historias de este talante se me hace imperativo hablar con el acerca de su promiscuidad y el cuidado que esté teniendo con este tema, ya que sí, la idiota que escribe se dejó convencer de hacerlo sin protección. Así pues esto desemboca en una serie de emails un tanto bruscos y un intercambio de exigencias y frases absurdas.

En este proceso he podido conocer cosas nuevas sobre él. Como que resulta que tiene complejo de policía malo o de Al Capone... no sabría describirlo. Mis ojos tuvieron la desdicha de leer frases del tipo : No te resistas a darme los nombres de los que hablan de mi. De hecho llevo desde ese día esperando que una luz cenital de un blanco cegador aparezca sobre mi para continuar con el interrogatorio. También miro hacia los dos lados cuando salgo de mi edificio para verificar que no hay ningún coche sospechoso siguiéndome.

Mi último mensaje fue el final de este capítulo y del libro.
Si lo analizas, al fin y al cabo, yo no soy Carrie Bradshaw.

THE END

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